Mucho se habla de la fe; es algo que todos los cristianos debemos tener, ya que es necesaria para agradar a Dios. Pero la pregunta que algunas personas se hacen es, ¿cuál es la fe verdadera? Es una pregunta muy importante, ya que debemos entender plenamente qué es la fe para poder tenerla, y si no sabemos qué es, lo más seguro es que nos vamos a equivocar. Por eso, te invito a que sigas leyendo esta enseñanza, para que puedan tener una mejor idea de lo que es la fe verdadera, y así poder ser un hombre o una mujer de fe. Para empezar, vamos a leer un versículo muy importante que nos da una explicación de qué es la fe.
Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.
Hebreos 11:1
Como podemos ver, la fe es certeza y convicción. No es una mera creencia. Si Dios nos ha prometido algo, no debemos creer que lo obtendremos, sino que no debe existir ni una sola duda de que vamos a recibir la promesa que Dios nos ha hecho. Esto implica varios aspectos, los cuales veremos a continuación.
LA FE ES NECESARIA EN NUESTRAS VIDAS
Si queremos ser buenos cristianos, necesitamos tener fe. Si queremos acercarnos a Dios, pero no tenemos fe, no podremos tener mucho éxito. Hebreos 11:6 dice lo siguiente: "Pero sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe y que recompensa a los que lo buscan". Esto significa que debemos conocer que nuestro Dios existe y que todo lo puede. Él es omnipotente. Cuando tenemos algún problema, debemos orar por eso y poner todo en las manos de Dios, y si hacemos eso, quiere decir que ya no debemos preocuparnos más. Cuando nos preocupamos, estamos dejando de creer que Dios es omnipotente y que tiene control sobre todas las cosas. Si tenemos la certeza de que Dios nos va a ayudar, no nos vamos a preocupar porque sabemos que todo resultará conforme al propósito perfecto de Dios.
Debemos tomar en cuenta de que no debemos creer solamente por lo que vemos a través de nuestros sentidos. Para eso debemos tener fe. Juan 20:24-29 dice, "Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús se presentó. Le dijeron, pues, los otros discípulos: --¡Hemos visto al Señor! Él les dijo: --Si no veo en sus manos la señal de los clavos y meto mi dedo en el lugar de los clavos, y meto mi mano en su costado, no creeré. Ocho días después estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, se puso en medio y les dijo: --¡Paz a vosotros! Luego dijo a Tomás: --Pon aquí tu dedo y mira mis manos; acerca tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Entonces Tomás respondió y le dijo: --¡Señor mío y Dios mío! Jesús le dijo: --Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron y creyeron". No debemos buscar milagros para creer, ni señales. De hecho, el anticristo los hará, por lo que no hay que creer solamente en eso. Pero Dios quiere nuestra fe.
LA FE POR SÍ SOLA NO ES NADA
Creer en algo es fácil, y decir que uno tiene certeza lo es aún más. Pero eso no es suficiente. Santiago 2:14-20 dice "Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarlo? Y si un hermano o una hermana están desnudos y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: 'Id en paz, calentaos y saciaos', pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, está completamente muerta. Pero alguno dirá: 'Tú tienes fe y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras y yo te mostraré mi fe por mis obras'. Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. ¿Pero quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras está muerta?". Como te puedes dar cuenta, si creer fuera suficiente, los demonios serían santos; sin embargo, está muy lejos de ser suficiente, sino que nuestra fe debe estar acompañada de obras también.
Es de suma importancia que seamos obedientes a Dios. Segunda de Reyes cinco nos cuenta la historia de Naamán: un general del ejército de Siria, quien tenía lepra. Él buscó al profeta Eliseo, quien le ordenó que se lavara siete veces en el río Jordán. Al principio él no quería. Decía que los ríos de Siria eran más limpios, así que, ¿de qué le serviría lavarse en un río sucio? No obstante, él obedeció y Dios lo sanó. Si él no hubiera obedecido a Dios, no importa cuánta fe haya tenido, no hubiera recibido la sanidad que tanto anhelaba. De la misma forma, nosotros debemos ser obedientes, y así, Dios nos recompensará. Dios no nos pide mucho, pero sí nos da más de lo que podríamos imaginar.
En algunas ocasiones, es necesario hacer algún acto de fe antes de recibir el milagro o la respuesta que anhelamos. Primera de Reyes 17:8-16 nos cuenta la historia de una viuda que no tenía comida en su casa, y ella decía que después de comer su última comida, ella y su hijo morirían, porque ya no había nada más. Pero un día, el profeta Elías llegó a la casa de ella para comer, y ella le dijo que solo tenía para una comida y luego moriría. Él le dijo que le diera de todas formas. Durante el tiempo que él comía ahí, la comida nunca se acabó. Si esa viuda le hubiera negado la comida al profeta, se hubiera muerto rápido, pero al hacer el acto de fe de darle de comer, lo que ella tenía se multiplicó, y no se murió. Debemos reconocer que si la fe es certeza, debemos actuar con la certeza de que recibiremos. En otras palabras, actuar como si ya tuviéramos lo que esperamos recibir. Es obvio que en eso debemos tener cuidado de no apresurarnos, porque no todo lo que le pedimos a Dios nos conviene, y Él no nos concede peticiones inconvenientes para nosotros.
TENER FE NO SIGNIFICA QUE LOS MILAGROS SUCEDERÁN DE FOMRA SOBRENATURAL
Muchas veces se cree que cuando estamos orando por algo, va a suceder algún acontecimiento sobrenatural, y la solución caerá del cielo al frente de nosotros. Quizás no lo pensamos de forma tan exagerada, pero aún así esperamos que los milagros lleguen de alguna forma dramática. Esto es un error, ya que muchas veces las respuestas de Dios llegan a través de medios naturales; incluso de nuestro propio esfuerzo. Por eso, cuando oramos, debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance. No debemos cruzar los brazos y simplemente esperar a que llegue la respuesta, sino que debemos actuar. Dios nos ayuda, pero Él no promueve la vagancia.
Lo que debemos entender es que no importa el medio por el cual hayamos recibido la respuesta de Dios; debemos dar gloria a Dios. Santiago 1:17 dice lo siguiente: "Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza ni sombra de variación". En otras palabras, cualquier bendición (ya sea si llegó de forma sobrenatural, o natural, o a través de nuestro esfuerzo) viene de Dios. Él usa diferentes medios para darnos lo que necesitamos. Si recibimos algo de forma natural, es porque Dios quiso que lo recibiéramos, así que debemos agradecerle todo.
CON LA FE PODEMOS HACER GRANDES COSAS PARA GLORIFICAR A DIOS
La Biblia habla mucho acerca de lo que podemos hacer si tenemos fe. Hebreos 11:33 dice, "Todos ellos, por fe, conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones". Las personas mencionadas en Hebreos capítulo once hicieron muchas obras grandes mediante la fe, y de esa misma forma, nosotros a través de la fe podemos hacer grandes cosas, y así podremos glorificar a Dios (ya que las obras que se hacen mediante la fe no es para nuestra propia gloria, sino para la del Señor). Si nos damos cuenta de que alguien está enfermo, oremos por esa persona. Si no tenemos fe, lo más probable es que sucederá nada. Pero si oramos con fe, sabiendo que Dios puede sanar a los enfermos, es probable que la persona se sanará. Si alguien tiene algún demonio, podremos echarlo fuera. Aclaro que no hay que hacer como algunos religiosos que encuentran demonios en donde no los hay, atribuyendo cualquier problema a un demonio. Sin embargo, cuando nos damos cuenta de un caso verdadero de alguien con un demonio, con fe, y en el nombre de Jesús debemos reprender al espíritu maligno, y saldrá. Además, Cristo dijo que con la fe moveríamos montañas. Eso no significa que vamos a mover una montaña física porque no nos gusta como se ve. Cristo se refería a montañas de problemas, que con la fe, los podremos mover. Claro, si hay una montaña que está estorbando la voluntad de Dios y en el nombre de Jesús le ordenamos que se mueva, es muy posible que lo haga. Por último, si pedimos con fe, recibiremos.
CONCLUSIÓN
En síntesis, debemos darle mucha importancia a la fe verdadera. La fe es algo que necesitamos tener; debemos creer que Dios existe y que es Omnipotente, y no quiere que creamos solo por algo que podamos percibir a través de nuestros sentidos. También debemos saber que la fe no es nada si no va acompañada de obras: debemos ser obedientes, y a veces incluso es necesario hacer algún acto de fe para poder recibir lo que pedimos. Para la fe verdadera debemos saber que los milagros no siempre sucederán de forma sobrenatural, sino que también suceden de forma natural, e incluso a través de nuestro propio esfuerzo. Por cualquier cosa que recibimos, sin importar el medio por el cual llegó, debemos darle gracias a Dios. Finalmente, con la fe podemos hacer obras grandes, con las cuales podremos glorificar el nombre de Dios. De esta forma, nuestra fe será verdadera.
Escrito por,
Paul D. Gutiérrez Covey