Mucho se ha hablado hoy en día acerca de la guerra espiritual y de la armadura de Dios. Sin embargo, es muy lamentable lo poco que se sabe al respecto. Muchas personas ignoran lo serio que es, y no saben como pelear la buena batalla, ni saben como ponerse la armadura. Por esta razón, a continuación les hablaré acerca de la armadura de Dios y les explicaré cómo usarla.
Hace aproximadamente 2000 años, el diablo fue derrotado en la cruz. Sin embargo, él sigue trabajando para hacernos caer. Su objetivo es que caigamos de la gracia de Dios y que nos alejemos de Él por completo. No obstante, si peleamos bien, no hay razón por la que el diablo pueda vencernos. En Efesios 6, Pablo nos da una serie de instrucciones que podemos seguir para poder vencer en la guerra espiritual, usando la armadura de Dios.
Por último, fortalézcanse con el gran poder del Señor. Pónganse toda la armadura de Dios para que puedan hacer frente a las artimañas del diablo. Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales. Por lo tanto, pónganse toda la armadura de Dios, para que cuando llegue el día malo puedan resistir hasta el fin con firmeza. Manténganse firmes, ceñidos con el cinturón de la verdad, protegidos por la coraza de justicia, y calzados con la disposición de proclamar el evangelio de la paz. Además de todo esto, tomen el escudo de la fe, con el cual pueden apagar todas las flechas encendidas del maligno. Tomen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios. Oren en el Espíritu en todo momento, con peticiones y ruegos. Manténganse alerta y perseveren en oración por todos los santos. Efesios 6:10-18 (NVI)
FORTALECERSE EN EL SEÑOR
En primer lugar, es importante saber que no es con nuestra propia fuerza que debemos pelear, sino con la fuerza de Dios. En el versículo 10 del capítulo que leímos no dice simplemente que debemos fortalecernos nada más. No dice, "fortalézcanse con sus fuerzas". No, sino que dice “fortalézcanse con el gran poder del Señor”.
1 Samuel 2:9 dice lo siguiente: “Él guiará los pasos de sus fieles, pero los malvados se perderán entre las sombras. ¡Nadie triunfa por sus propias fuerzas!”. ¿Notaron la última parte? No podemos ganar la batalla contra el diablo si estamos dependiendo de nuestras propias fuerzas. ¡Es imposible! Nosotros somos débiles. ¡Necesitamos a Dios para poder ganar!
Ahora, no porque seamos débiles quiere decir que no debemos pelear. Aunque no podemos pelear solos, tampoco hay necesidad de hacerlo. ¡Dios nos dará fuerzas para pelear! Isaías 40:31 dice “pero los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas”. Si confiamos en el Señor, Él nos dará la fuerza necesaria. El salmista David supo lo que era recibir fuerzas de Dios. En el Salmo 92:10 escribió lo siguiente, “Me has dado las fuerzas de un toro”. Un toro es muy fuerte. Pocos pueden vencerlo. Pues así seremos nosotros contra el diablo si contamos con la fuerza de Dios. ¡Podemos vencer al Diablo si confiamos en Dios y dependemos de su fuerza!
TODA LA ARMADURA
Otro aspecto muy importante es el hecho de que debemos ponernos TODA la armadura de Dios si queremos vencer. No debemos dejar ni una sola pieza de lado. El versículo 11 habla de totalidad. “Pónganse TODA la armadura de Dios para que puedan hacer frente a las artimañas del diablo”. Si no nos ponemos toda la armadura, no podremos vencer, ya que no estaríamos totalmente protegidos. Todos tenemos debilidades, ¿cierto? Si alguien nos quiere vencer, solo tiene que averiguar cuál es la debilidad, y así nos podrá ganar. Pues lo mismo sucede en la guerra espiritual. Si dejamos alguna pieza de la armadura de lado, tendremos un punto débil, y el diablo, que es muy astuto, se dará cuenta de esto y dirigirá sus ataques a esa debilidad. Por esto es muy importante protegerse por completo.
NO ES CONTRA SERES HUMANOS
Quizás sea obvio para muchos, pero un aspecto muy importante es que no es contra seres humanos que estamos luchando. Lamentablemente, el ser humano es una criatura guerrera. La lucha parece ser parte de nuestra genética, ya que desde el principio hubo peleas. Caín, que fue el primer hijo de Adán, mató a su hermano Abel. Hoy en día, peleamos con nuestros hermanos, padres, profesores, compañeros, jefes, etc. Sin embargo, ¡las personas no son nuestros enemigos!
Si queremos triunfar en la guerra espiritual, debemos estar conscientes de quienes son realmente nuestros enemigos. Repito, las personas no lo son. Existen personas que tratan de hacernos sentir mal, o tratan de hacernos daño, pero ellos son simplemente peones del verdadero enemigo. El versículo 12 de nuestra lectura dice “Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales”. Entonces, lo que queda claro es que es contra el diablo y los demonios que debemos pelear.
EL CINTURÓN DE LA VERDAD
Ahora que ya sabemos de dónde proviene nuestra fuerza, cuánta armadura debemos usar, y contra quién es que tenemos que pelear, lo que queda es hablar acerca de las piezas de la armadura de Dios. La primera pieza se trata de un cinturón, el cual representa la verdad. ¿A quién no le ha pasado que cuando se va a poner un pantalón nuevo, le queda muy grande, y la falta de un cinturón se vuelve un estorbo? No se puede caminar bien, porque tiene que andar asido del pantalón para que no se le caiga. Si no tenemos un cinturón, no estamos libres.
De igual manera, la falta de la verdad es un estorbo; ¡nos quita la libertad! Juan 8:32 dice “y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”. Cuando no conocemos la verdad, no tenemos libertad, pero Cristo nos prometió que seríamos libres si la llegamos a conocer, y esto no es tan difícil. Si tenemos una buena relación con Dios, orando y leyendo la Biblia constantemente, podremos alcanzar este objetivo. Además de conocer la verdad, debemos practicarla. Tenemos que practicar lo que aprendemos, y también evitar la mentira totalmente, ya que ésta no es de Dios.
Otro aspecto muy importante acerca del cinturón es que, aunque parezca tan insignificante, es una pieza muy importante de la armadura, ya que ésta sostiene a todas las demás. Si nos ponemos todo pero se nos olvida el cinturón, de nada nos servirá, ya que se caerá, y nos quedaremos indefensos. Por esto, es muy importante que la verdad sea parte de nuestras vidas.
LA CORAZA DE JUSTICIA
La segunda pieza de la cual habla el apóstol Pablo es una coraza, la cual representa la justicia. Esto es un aspecto muy importante en nuestras vidas. Debemos ser justos. Sin embargo, esto no es posible si lo queremos lograr solos (acuérdense de la primera sección). El problema es que no somos justos. Isaías 64:6 dice lo siguiente: “todos nuestros actos de justicia son como trapos de inmundicia”. Para los que no saben qué es un trapo de inmundicia, es lo que las mujeres de Israel usaban para la menstruación. En términos actuales, era la toalla sanitaria de la época, y a esto se compara nuestra justicia. Entonces, ¿cómo podemos ser justos? ¡Pues con la justicia de Dios!
Dios es Justicia, y es el ser más justo que existe. La buena noticia es que Él comparte su justicia con nosotros. Dice la Biblia “No quiero mi propia justicia que procede de la ley, sino la que se obtiene mediante la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios, basada en la fe” (Filipenses 3:9). Cuando Cristo murió en la cruz, Él nos santificó, y nos dio la forma de ser justos. Lo que tenemos que hacer es tener fe en Él.
Algo que es digno de notar aquí es que la palabra “diablo” significa “acusador”. Él siempre nos acusa delante de Dios. Pero si somos justos, él no tendrá nada de qué acusarnos. Aún cuando cometemos pecado, él no podrá acusarnos de estos pecados si nos arrepentimos. (Es importante saber que el arrepentimiento verdadero no es solo decir “perdón” y volver a pecar, sino pedir perdón y ya no cometer este pecado más.) De esta manera, si nos ponemos esta coraza, el diablo no tendrá poder contra nosotros.
EL EVANGELIO DE LA PAZ
Hablemos ahora del calzado. ¿Será muy significativo esto? ¡Claro que sí! ¿Se imaginan un soldado que va a pelear, pero ni siquiera puede correr bien porque las piedras le estorban? Nosotros, cuando vamos a salir, tenemos que escoger un calzado apropiado para la ocasión. Si vamos a trabajar en el campo, por ejemplo, no vamos a salir con unas sandalias. Si vamos a ir a un evento especial, no vamos a ir con botas de hule. De igual manera, para la guerra espiritual existe un calzado especial.
Para ponernos la tercera pieza de la armadura, es necesario calzarnos, no con zapatos de tenis, ni tampoco con botas, ni nada por el estilo, ¡sino “con la disposición de proclamar el evangelio de la paz”! El problema es que cuando se habla de evangelismo, las personas piensan en ir de casa a casa tocando puertas, repartiendo tratados, y muchas veces esto no les llama mucho la atención. Pero lo que no saben es que, aunque esta es una forma de evangelizar, ¡NO ES LA ÚNICA!
Si queremos cumplir con esta parte de la armadura, hay muchas formas de hacerlo. Por ejemplo, hoy en día se usa mucho el Facebook. Pues ésta puede ser una gran herramienta. Solo se tiene que escribir aunque sea unos versículos cada día. Si tiene amigos que no conocen del amor de Dios, solo tiene que hablarles de Él. En fin, hay muchas opciones, así que se puede evangelizar, de una forma u otra.
EL ESCUDO DE LA FE
El escudo de la fe es muy esencial cuando se trata de la armadura de Dios. El versículo 15 de nuestra lectura, haciendo referencia a esta pieza, habla de “las flechas encendidas del enemigo”. Cuando el apóstol Pablo escribió esto, los soldados disparaban flechas, las cuales se encendían para quemar a la persona a quién lograban pegar. La defensa que ellos tenían contra éstas era su escudo, en algunas ocasiones de cuero, y en otras de metal. Pues nosotros tenemos un escudo mucho más fuerte y más útil, ¡y es nuestra fe en Dios!
Debemos confiar en Dios en todo momento. A veces pasamos por pruebas, y en esos momentos el diablo trata de hacer que dudemos, pero es en esos momentos que más debemos aferrarnos a nuestra fe en Dios. El salmista David tenía una idea clara al respecto cuando dijo “El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré?” (Salmo 27:1). Él siempre nos protegerá. El mismo salmista, en el Salmo 91:5, dijo “No temerás el terror de la noche, ni la flecha que vuela de día”. ¡No temeremos porque el Señor nuestro Dios está protegiéndonos en cada momento!
EL CASCO DE LA SALVACIÓN
Si vamos a formar parte del ejército de Dios y pelear la buena batalla, es totalmente necesario que seamos salvos. Así que si hay alguno que está leyendo esto que no ha aceptado a Cristo como su Salvador, y no le ha pedido que entre a su corazón, le invito a que lo haga en este momento, para que pueda ponerse la quinta pieza de la armadura. Si ya hizo esto, entonces ya usted es salvo; no debe existir ninguna duda de esto.
Una de las armas del diablo es la duda. Muchas veces dudamos de nuestra salvación, y esto nos puede alejar de Dios. Quizás algunos se preguntan, “¿pero cómo puedo estar realmente seguro de que soy salvo?” La respuesta la encontramos en Romanos 10:9, la cual dice lo siguiente: “que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo”. Si ya hicimos esta confesión, no debe existir esta duda, así que debemos proteger nuestra mente del ataque de la duda del diablo, y cuando él trata de hacernos dudar, ¡debemos ignorarlo y creer lo que dice la Palabra de Dios!
LA ESPADA DEL ESPÍRITU
Hasta ahora he mencionado cinco piezas de la armadura, las cuales han sido para la defensa. Sin embargo, ha llegado el momento de mencionar la única arma que debemos usar en la guerra espiritual, la cual es una espada. Ésta representa nada menos que “la palabra de Dios”. El diablo nos ataca de muchas formas, pero nosotros también tenemos que responder a estos ataques. El arma más grande del diablo es la mentira (que va acompañada de las verdades a medias). La usó para atacar a Eva en el huerto de Edén, y de la misma forma nos ataca a nosotros. Pero tenemos los medios para dar un contraataque.
Cuando Jesús estaba en el desierto, el diablo lo atacó con verdades a medias. Veamos lo que sucedió:
Luego el Espíritu llevó a Jesús al desierto para que el diablo lo sometiera a tentación. Después de ayunar cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. El tentador se le acercó y le propuso: --Si eres el Hijo de Dios, ordena a estas piedras que se conviertan en pan. Jesús le respondió: --Escrito está: 'No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.' Luego el diablo lo llevó a la ciudad santa e hizo que se pusiera de pie sobre la parte más alta del templo, y le dijo: --Si eres el Hijo de Dios, tírate abajo. Porque escrito está: 'Ordenaré a sus ángeles que te sostengan en sus manos, para que no tropieces con ninguna piedra.' --También está escrito: 'No pongas a prueba al Señor tu Dios' --le contestó Jesús. De nuevo lo tentó el diablo, llevándolo a una montaña muy alta, y le mostró todos los reinos del mundo y su esplendor. --Todo esto te daré si te postras y me adoras. --¡Vete, Satanás! --le dijo Jesús--. Porque escrito está: Adorarás al Señor tu Dios, y a él sólo servirás.' Entonces el diablo lo dejó, y unos ángeles acudieron a servirle. Mateo 4:1-11
Vean que Cristo no atacó con los puños, sino con la Biblia. De igual manera, cuando el diablo nos ataca con sus mentiras y sus verdades a medias, debemos contradecirlo con la Biblia. Por esto, debemos tener el hábito de leerla todos los días.
ORACIÓN
Esta última parte, aunque no es parte de la armadura de Dios, es fundamental para el éxito en la guerra espiritual. 1 Tesalonicenses 5:17 nos dice que debemos orar en todo tiempo. Si vivimos una vida de oración, podremos perseverar. Veamoslo de esta forma: si un soldado se pone toda la armadura, pero sale a pelear sin haber desayunado, no va a poder pelear bien. Pues en la guerra espiritual también tenemos que comer, y nuestro alimento en este caso es la oración.
CONCLUSIÓN
Es muy importante tomar todos estos aspectos en cuenta para tener éxito en la guerra espiritual. Sin embargo, no hay que esperar a que uno necesite pelear para ponernos toda la armadura de Dios. Debemos llevarla puesta en todo tiempo, para que el enemigo no nos encuentre desprotegidos.
Escrito por, Paul D. Gutiérrez Covey