Dijo también el Señor:
--Simón, Simón, Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, para que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos.
Lucas 22:31-32
En el tema de la zaranda espiritual, hay mucha confusión entre las personas, ya que muchos no entiendo por qué es que Dios permite que el diablo nos zarandee, o para qué nos puede servir eso. No entienden la importancia de este evento, y lo que puede significar en nuestras vidas espirituales. Hay cuatro aspectos muy importantes acerca de la zaranda espiritual que debemos entender, porque si no, no entenderemos por qué Dios permite eso en nuestras vidas.
¿QUÉ ES LA ZARANDA?
En primer lugar, para entender este proceso, debemos entender qué es el acto de zarandear, y qué es la zaranda. La zaranda es una herramienta que hoy en día se usa mucho en la construcción cuando se va a usar cemento, y antes se usaba más para la agricultura. En las dos áreas, cumplen el mismo propósito, el cual es sacar lo que no sirve para quedarse con lo bueno. En la agricultura, cuando se siembra una planta, siempre crece la mala hierba, como por ejemplo la cizaña. No siempre se puede sacar mientras está en crecimiento, sino que cuando llega el momento de la cosecha, se hace una separación de lo bueno y lo malo. Para la construcción pasa lo mismo. Se filtra el material, como por ejemplo la arena, para sacar las suciedades, y todo aquello que debilitará la construcción.
Si aplicamos esto a nuestras vidas espirituales, podemos ver la gran importancia de la zaranda. En nuestros jardines espirituales hay cizaña y otras hierbas que no sirven, y Dios quiere sembrar plantas que puedan dar un buen fruto y una buena semilla. Para poder hacer eso bien, es necesario que separemos lo bueno de lo malo para que solamente queden los buenos atributos de nosotros; atributos que Dios mismo pondrá en nosotros. Si lo comparamos con una construcción, también es muy relevante, ya que Cristo comparó nuestras vidas espirituales como una casa, cuando dijo "A cualquiera, pues, que me oye estas palabras y las pone en práctica, lo compararé a un hombre prudente que edificó su casa sobre la roca" (Mateo 7:24). Pero no es suficiente que la casa esté edificada sobre una roca, sino que toda la construcción debe ser sólida, por lo que debemos sacar toda la suciedad que echará a perder la mezcla que se usa al construír la casa.
EL DIABLO TIENE QUE PEDIR PERMISO PARA ZARANDEARNOS
Debemos entender que el diablo no puede simplemente hacer lo que le place con nosotros sin pedir permiso. Él es como un rottweiler con un collar y una cadena. Puede ser muy bravo y muy peligroso, pero solo llega hasta donde el dueño se lo permite. De la misma forma, el diablo quiere destruirnos y hacer toda clase de maldad en contra de nosotros, pero si Dios no se lo permite, él no puede tocarnos. Es de suma importancia tomar en cuenta lo que dice Romanos 8:28, que nos dice que "a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados". Si entendemos esto, podemos entender que si Dios permite que el diablo haga algo, es para nuestro beneficio. Quizás no podamos ver en ese momento cómo la zaranda espiritual pueda beneficiarnos, pero la Biblia nos asegura que es así.
Lamentablemente, muchos cristianos le temen al diablo, e incluso algunos no buscan mucho de Dios ya que dicen que si lo hacen, serán atacados por el diablo. Sin embargo, eso no debe ser así. Es cierto que él es un adversario fuerte, pero nada puede hacer contra nosotros al menos de que tenga permiso. A veces ese permiso se lo damos nosotros mismo cuando le abrimos una puerte por medio de algún pecado, pero también debe pedirle permiso a Dios, como lo hizo cuando quiso probar a Job. Por eso, no debemos tenerle miedo al diablo; él es un instrumento en las manos de Dios, aún cuando él no quiere serlo. Sus metas son de destrucción, pero Dios lo usa para nuestro bien.
CRISTO INTERCEDE POR NOSOTROS
La intercesión es muy importante, ya que eso mueve la mano de Dios. Pero en el caso de la zaranda espiritual, no es cualquier hombre que intercede por nosotros, sino que es el mismo Mesías, nuestro Señor, quien está a la diestra de Dios, intercediendo por nosotros.Lo mejor es que Él nos entiende perfectamente bien. Eso lo podemos ver en Hebreos 4:15, que dice así: "No tenemos un Sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado". Él ha pasado por todo lo que nosotros pasamos a diaria, así que nos puede entender sin juzgarnos. Él comprende nuestros sentimientos, y por eso intercede por nosotros.
Cuando Pedro fue zarandeado, él cayó, y negó a Cristo tres veces. Lo que hace el diablo es acusar al pueblo de Dios. De hecho, la palabra "diablo" proviene de la palabra en griego, diabolos, que significa acusador. Por eso, cuando Pedro negó a Cristo, podemos asumir que el diablo inmediatamente acusó a Pedro ante Dios. Aquí podemos ver la importancia de la intercesión de Cristo por nosotros, porque como podemos notar, eso no evitó que Pedro cayera, ya que él sí pecó al negar a Cristo. Sin embargo, cuando él fue acusado por el diablo, no vino juicio sobre él, sino que después de que Jesús resucitara, Él hizo que Pedro declarara tres veces que lo amaba, y así, canceló las tres veces que lo negó. Si Dios lo hubiera juzgado, Cristo nunca hubiera hecho eso, ya que Pedro estaría perdido, ya. Sin embargo, como Él intercedió por Pedro, fue perdonado, Y Cristo mostró su amor, haciendo que Pedro declarara su amor por Él así.
SI FALLAMOS, NO ES EL FIN
Es muy común que cuando un cristiano se enfríe después de fallarle a Dios. De hecho, eso fue lo que le pasó a Pedro. En lugar de seguir siendo el pescador de hombres que Cristo dijo que sería, volvió a ser pescador de peces. En otras palabras, volvió a la condición en la que estaba cuando Cristo lo llamó. Pero debemos tomar en cuenta lo que Cristo le dijo a Pedro cuando le declaró que sería zarandeado: "pero yo he rogado por ti, para que tu fe no falte". Muchos podrían decir que eso no sirvió de nada, ya que sí le faltó fe, pero no es así. Cristo nunca habló palabras vanas, sino que todo lo que dijo tenía sentido. Si Él dijo que rogaba para que no faltara la fe de Pedro, quiere decir que el hecho de que él fallara ¡NO SIGNIFICA QUE SU FE HAYA FALTADO! Está claro que por un instante, sí le faltó en parte, porque no tuvo suficiente fe como para decir que sí era seguidor de Jesús. Pero en su totalidad, él conservó su fe, lo cual se ve cuando escuchó el canto del gallo, y se fue a llorar amargamente.
Cuando hemos fallado, no significa que perdimos toda esperanza. Pedro se arrepintió, lo cual no sería posible si no hubiera conservado su fe, y fue perdonado. De la misma forma, si nosotros caemos, debemos arrepentirnos. El arrepentimiento no es solo pedir perdón y ya, sino que es un cambio, un giro total, en el que dejamos atrás lo que hicimos. No debemos hacer como Pedro, que volvió a la condición en la que estaba antes de conocer a Jesús, sino que debemos entender que nuestro Sumo Sacerdote nos comprende, y está intercediendo por nosotros para que nuestra fe no falte, y para que las acusaciones del diablo no tengan fuerza contra nosotros. Si hemos caído, levantémonos, y sigamos hacia adelante.
CONCLUSIÓN
Es importante que podamos comprender estos aspectos acerca de la zaranda espiritual, ya que si no es así, puede haber mucha confusión acerca de por qué Dios lo permite, y cuáles son las circunstancias de la zaranda. No debemos temer a la zaranda, ya que nos ayudará a separar lo bueno de lo malo. Tampoco debemos temer al diablo, quien es el que nos zarandea, ya que él lo hace solamente si tiene el permiso de Dios, y como pudimos ver anteriormente, si Dios permite algo, es para nuestro bien. Pero no estamos solos durante la zaranda, ya que Cristo intercede por nosotros, y esa intercesión le quita fuerza a las acusaciones del diablo, y nos ayuda para que nos mantengamos firmes después de la caída, y para que nos levantemos para seguir adelante. Por eso, si el diablo pide zarandearnos como a trigo, no tengamos miedo. Entendamos que la zaranda espiritual nos traerá beneficios, y no nos destruirá.
Escrito por,
Paul D. Gutiérrez Covey